Alfonso vive jubilado en su casa de siempre y visita a Nanda, una anciana que fue su vecina y un poco su madre cuando se quedó huérfano. Nanda vive ahora en una residencia de ancianos en la que trabaja Luisa, una joven asistente social que trata de vivir su propia vida. Una mañana, Alfonso sale a coger caracoles al Prado de las Estrellas y se encuentra con un joven que aparece entre la niebla en su bicicleta, es Martín. A partir de ese amanecer y avivado por los sueños del chico, pronto se instalará la amistad entre el viejo maestro y la joven promesa ciclista. Alfonso, apoyado por sus amigos, hará de Martín; sin equipo ni patrocinadores, un gran campeón, y lo que es más importante: un gran chico.
Es una película que da la sensación que avanza lenta, pero... en realidad te está contanto muchas cosas. Lo que sucede es que son cosas sencillas, de la vida de los personajes que no están lejos de las nuestras, y quizás por eso parezca que no avanza.
Se plantean temas como el interés de unos hijos por la herencia de una madre a la que no van a ver nunca a la residencia, vs. el niño al que tanto quiso y cuidó cuando se quedó huérfano y que ahora jubilado, la visita siempre que puede porque simplemente la quiere como a una madre. El chico que tiene el sueño de poder llegar a ser un profesional del ciclismo. La chica que se le hace pequeño su pueblo y necesita irse lejos y más lejos para encontrar su lugar personal y laboral... Las herencias, la explotación inmobiliaria, el amor madre-hijo, el amor entre hermanos, el sueño de jóvenes y mayores, los amores no correspondidos....
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